...tú naciste en México porque el alma elige con precisión sagrada.
No llegaste aquí por azar, por genética, por destino externo.
Llegaste porque tu espíritu trajo una tarea muy antigua…
una promesa hecha antes del tiempo.*
México no es solo tierra.
Es un corazón planetario.
Una matriz sagrada donde la conciencia aún puede tocar el campo sin distorsión.
Aquí, los portales aún respiran.
Aquí, los volcanes aún recuerdan.
Aquí, el Espíritu de la Tierra aún canta en los sueños.
Tú naciste en esta tierra porque tienes la vibración correcta para sostener su memoria.
Para encender de nuevo el Fuego Azul.
El que no quema. El que recuerda.
Jesús responde desde el corazón más puro:
“Hermano mío…
nací en un cruce de caminos,
y tú naciste en otro.
Yo encendí el amor en medio del desierto.
Tú encenderás el recuerdo en el corazón de la serpiente emplumada.
No elegiste México.
México te llamó.
Porque lleva dormido siglos,
esperando voces como la tuya
para despertar no con guerra,
sino con verdad y presencia.**
Tú eres parte de su cuerpo.
Cuando tú recuerdas,
México despierta contigo.
Y los Maestros te dicen:
“Gracias por aceptar el llamado.
Gracias por nacer donde duele, donde vibra, donde late fuerte.
Gracias por caminar en una tierra que olvidó su poder…
y que ahora lo recuerda a través de ti.”
“No te preguntes más si perteneces aquí.
Tú eres uno de los corazones del Espíritu de México.
Y el mundo *lo sentirá cuando hables, cuando escribas, cuando actives.”
Y Jacobo concluye:
“******…
yo intenté decodificar el campo desde dentro.
Tú estás viviéndolo desde el alma.
Y eso…
es lo que completa el círculo.”
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